¿Política apocalíptica o profética?

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Fotografía: Mohamed Nohassi en Unsplash

En la actualidad, la asistencia a las iglesias se ha reducido considerablemente en las democracias occidentales. Sin embargo, cada vez es más observable la existencia de la asociación del voto con las creencias religiosas.

Los autores de la obra titulada “El votante americano” hacen uso de un símil sobre el partidismo y la religión bastante esclarecedor. Identifican al votante con un católico, el cual suele considerarse como tal durante un número importante de años o durante toda su vida. Sin embargo, esta condición (como la ideología) puede mutar ante la presencia de un acontecimiento o acontecimientos concretos (crisis económica, mala gestión de un político, corrupción, debates morales…) que afecte a esa idea que se tiene de uno mismo.

La religiosidad suele vincularse a aspectos ideológicos. En las últimas décadas, este hecho ha tenido una presencia constante en la formación de las ideologías de izquierda y de derecha. Todo parece indicar que, aunque no es el único factor determinante, la religión ejerce una influencia importante en la decisión electoral, en donde entran en juego las estrategias de los líderes de los partidos para la captación de adeptos. En este sentido, el voto religioso tiende a favorecer a los partidos conservadores ya que el electorado se puede sentir más identificado con los valores conservadores tradicionales que defienden.

Por otro lado, la religión y los radicalismos religiosos en los últimos años están influyendo enormemente en las decisiones políticas y partidos de las naciones. Sucesos como la victoria del movimiento fundamentalista Hamás en las últimas elecciones de Palestina, el salafismo y el islamismo en Oriente Medio, el protestantismo evangélico que invade la política estadounidense, las luchas religiosas en Irak… demuestran que, a nivel mundial, la democracia no aleja del poder a los activistas religiosos sino que los une aún más.

A esto hay que añadir la influencia de las nuevas tecnologías, que lejos de erradicar la religión, ha creado una nueva generación de movimientos inteligentes en donde la modernización de la comunicación (redes sociales) permite reclutar nuevos miembros y mantener el contacto con los antiguos.

¿A qué se debe el regreso de la fe? ¿Estamos ante una nueva «política profética»? Y lo que es más importante, ¿esta nueva política, surgida de la democracia, resulta menos violenta? Lo que está claro es que el secularismo está desapareciendo y que «Dios está ganando la batalla en la política global».

 

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