Artículo publicado en El País y Diario de Noticias de Navarra
Internet es como una gran ciudad con unas zonas seguras y otras peligrosas. El distrito WWW (World Wide Web), situado en el centro de la metrópoli, es el más popular y está controlado por buscadores como Google, Yahoo o Bing. Este tranquilo barrio representa sólo el 4% del conjunto de la ciudad, mientras que el 96% restante lo constituye el denominado Internet Profunda o Deep Web, un suburbio peligroso donde los malhechores ocultan su identidad tras sus oscuras calles.
La Deep Web es un espacio virtual, creado en los noventa, que escapa al control de los buscadores convencionales y esconde todo tipo de actividades ilícitas gracias al anonimato. Pedófilos, necrófilos, traficantes de drogas, armas, órganos, animales y personas, estafadores, sicarios, hackers, asesinos, falsificadores de documentos, maltratadores, espías, piratas informáticos, terroristas…, todos ellos campan a sus anchas por esta red con total impunidad. Los gobiernos conocen su existencia y la utilizan para hacer ciberespionaje.
En la Internet Profunda existe una moneda virtual, segura y de fácil uso: la bitcoin. Se trata de una divisa electrónica que permite realizar cualquier tipo de transacción de forma anónima y fuera del control de los bancos centrales, por lo que es muy complicado rastrear su uso.
La Deep Web es pues la máxima expresión de la maldad; una guarida para las bestias en donde se despojan de sus encantadoras máscaras con las que se exhiben en Facebook, Twitter o Instagram. Ha llegado el momento de que niños y adultos aprendamos a distinguir qué clase de personas se esconden tras un inocente selfie.
Photo by Jonatan Pie on Unsplash
¡Qué miedo!
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