Artículo publicado en Diario de Navarra, Diario de Noticias de Navarra y Neupic

En los últimos años, personalidades notorias han accedido al mundo de la política. El ejemplo más explícito es el de Ronald Reagan, que pasó de ser actor de cine a ser elegido el Presidente de los Estados Unidos. El también actor Arnold Schwarzenegger, famoso por su papel de ‘Terminator’, evidenció el tirón electoral de Hollywood cuando fue nombrado gobernador de California.

En España, la inclusión de un famoso en las listas electorales nunca ha sido una garantía de éxito, sino más bien una fuente de conflictos. Algunos partidos políticos han incorporado a su oferta electoral figuras mediáticas para atraer el voto utilizando como reclamo rostros conocidos. Es el caso de la empresaria y colaboradora de televisión Carmen Lomana, quien ha sido fichada por Vox para la lista al Senado por Madrid. La coleccionista de alta costura y participante de ‘realities’ televisivos ha sido reclutada para suavizar la imagen del partido, a la derecha del PP, y otorgar más visibilidad a la formación.

Antes de Lomana, el actor Toni Cantó ejerció en la última legislatura de diputado por UPD, y actualmente figura de número dos en la lista de Ciudadanos por Valencia. Asimismo, el exfutbolista y entrenador Pep Guardiola confirmó el pasado verano su inserción en las listas de Junts pel Sí en Barcelona.

Actores, intelectuales, deportistas, músicos, humoristas… Los partidos aprovechan la popularidad de personajes mediáticos para hacerse visibles. Pero ni en nuestras peores pesadillas podíamos imaginar a Carmen Lomana en el mismo nivel intelectual de Victoria Kent o Clara Campoamor, María Teresa de la Vega o Soraya Sáenz de Santamaría, sin obviar las dotes oratorias de Uxue Barcos. Si esta señora es capaz de defender las propuestas de un programa electoral, ya no será necesario llamar a Terminator para que destruya la campaña electoral de su partido.