Con las maletas cargadas

Hace tres meses que emigré a Estados Unidos con una maleta cargada de títulos uiversitarios, cursos y certificados de idiomas; de esfuerzo y dinero invertidos inútilmente para lograr un trabajo digno.
No he conseguido todavía superar el trauma de haber sido ‘expulsada’ de mi país —así me siento— por no conseguir escapar del paro tras múltiples y variadas experiencias laborales, siempre temporales, a veces por cuenta ajena y otras en régimen de autónomo. Decidí arriesgarme y salir de España para empezar desde cero en este país cuya mentalidad y cultura es opuesta a la nuestra.
En el país de la libertad, los sueños y las oportunidades hay mucho empleo y el paro es prácticamente residual. Pero conseguir los visados para trabajar de forma legal es el gran inconveniente; una gran contradicción si se tiene en cuenta que la economía de base americana se sostiene con trabajadores hispanos ilegales.
Y desde el otro lado del océano, no leo ni una declaración, propuesta o promesa política para acabar con el paro. Alguna vez habrá que recuperar a los miles de jóvenes que, desperdigados por el mundo, esperamos volver a nuestro país con las maletas cargadas de conocimiento, experiencia e ilusión.