Soy una desertora

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Fotografía: Nik MacMillan en Unsplash

Como tantos jóvenes españoles, hace ya nueve meses decidí emigrar a la tierra de las oportunidades para conseguir el sueño americano. Al principio, todo pintaba bonito pero, sin un visado de trabajo, permanecer legal en el país era complicado.

Fue allí donde conocí bien al candidato a la presidencia de EEUU Donald Trump y sus discursos populistas. Su pelucón cubría diariamente las portadas de los principales periódicos nacionales. Una tarde, sentados en una terraza de Balboa Park de la ciudad de San Diego—el parque urbano cultural más grande de Estados Unidos que precisamente lleva el nombre del explorador español Vasco Núñez de Balboa—, mis amigos mexicanos y yo nos preguntábamos qué pasaría si Trump ganara las elecciones. Algunos bromeaban sobre cuándo habría que empezar a echar “colado” (cemento, en jerga mexicana) para construir el muro; otros diseñaban una red de contrabando de aguacates; y yo discurría un plan B, C o D: amañar un matrimonio con un ciudadano americano, emigrar a Canadá o, simplemente, regresar a España como al final resultó.

Pero aquel día no se nos ocurrió pensar que aquella broma pesada se convertiría hoy en el presidente número cuarenta y cinco de los Estados Unidos. Ojalá el tono conciliador de su primer discurso sea también el de su gobierno.

Hace nueve meses emigré a Estados Unidos en busca de trabajo. Nueve meses después gana Trump las elecciones americanas y vuelvo a España. Cualquiera podría pensar que soy una desertora.

 

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Manu Hdez. dice:

    No lo eres, Paula. Igual Einstein hizo en la Alemania de los nazis o Selassie de la Abisinia italiana; huyes de la realidad que no te gusta.
    Pero conm respecto a tu análisis en San Diego no considero tan inesperado el vuelco electoral de Trump.
    Soy de los que piensan que la victoria de los populismos siempre viene de la mano de los errores del anterior, y la gestión de marketing de Obama ha sido un fracaso absoluto para la clase media americana, socioeconómicamente hablando.
    Los 287 delegados obtenidos y dominar las dos Càmaras no han sido fruto del azar o la fortuna. Que un texano, un estado tan hispano como Florida o la perifèrica Alaska, ademàs de todos los estados centrales voten así, masivamente por èl, no es casualidad.
    Desgraciadamente, este flequillo rubio ha recogido ese descontento y falta de orgullo americano. Esa American Pie que se perdió con Obama y que Hillary aún no representaba.

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    1. En mi caso no «deserté» por la situación política de ambos países, si no por la falta de oportunidades laborales. En Estados Unidos ha ocurrido como con el Brexit, las encuestas decían una cosa y luego ha resultado lo contrario. La gente se avergüenza públicamente de su voto, pero después lo lanza. Incomprensible.

      Feliz resaca postelectoral 🙂

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