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Artículo publicado en Diario de Navarra y Diario de Noticias
La Revolución Digital se ha colado en nuestras vidas en un proceso imparable. El inventor estadounidense Raymond Kurzweil ha estimado que en el año 2045 los ordenadores serán mil millones de veces más potentes que el conjunto de los cerebros humanos de la Tierra.
Algunos consideran que la inteligencia artificial (IA) ha irrumpido como una invasión extraterrestre que acabará con la forma que tenemos los humanos de trabajar y relacionarnos. La idea de que un cacharro cuide su bebé, juegue con su perro o le lleve la comida a casa les parece a muchos ciencia ficción. Sin embargo, en el ámbito profesional, los jefes están entusiasmados con los robots puesto que son más eficaces, rápidos y económicos que los humanos y, además, ¡no plantean reivindicaciones laborales!
No obstante, la incorporación de la inteligencia artificial se ha enfocado hacia aquellos oficios de carácter técnico, mecánico y repetitivo, pero habrá profesiones que serán difíciles de sustituir porque los robots carecen de intuición, inteligencia emocional y razonamiento. En otras palabras, les falta humanidad. En lo referente a la atención y servicio al cliente, por ejemplo, la IA ha supuesto todo un paradigma, pero una voz enlatada o una respuesta programada todavía se encuentra lejos de ofrecer la calidez y el trato personal que transmite un operador humano que realice bien su trabajo.
Es cierto que asistiremos a un cambio radical en el ciclo laboral, pero en vez de entrar en pánico, debemos formarnos adecuadamente para adaptar nuestros conocimientos a las nuevas necesidades laborales que surgen continuamente como consecuencia de la digitalización en todos los ámbitos: administrativos, empresariales, sanitarios, financieros, deportivos, educativos, personales etc.
En poco tiempo, los robots trabajarán para que los humanos puedan administrar mejor su tiempo y centrarse en el liderazgo, la toma de decisiones y la creatividad. La coexistencia entre neuronas y algoritmos se muestra cada vez más evidente; llegará el día en que mantendremos una relación de amistad con nuestro compañero metálico al igual que el actor Michael Knight con Kitt, su coche fantástico. Merece la pena detenerse a pensar en ello.