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Artículo publicado en Diario de Navarra y Diario de Noticias de Navarra
¿Cuántos de vosotros habéis escuchado a alguien decir que tiene su información guardada en la ‘nube’? No, no se trata de una nube del cielo, sino de la nube digital o cloud: un espacio virtual donde se puede almacenar y compartir datos desde cualquier lugar del mundo, siempre que se esté conectado a Internet.
Lo que muchos no saben es que nuestra huella de carbono digital genera una nube real de contaminación, como es el caso de los correos electrónicos, ya que enviar un e-mail equivale a 19 gramos de CO2. En palabras de Ana Figaredo, directora general del banco suizo Lombard Odier en España, “cada día se envían unos 280.000 millones de correos electrónicos, lo que significa que, en un año, generan tanto CO2 como siete millones de coches más en las carreteras”. Y no sólo eso: el almacenamiento de cientos de miles de millones de correos electrónicos consume una cantidad ingente de energía y, además, los servidores necesitan refrigeración para que no se quemen.
Con el fin de reducir el consumo energético, las grandes empresas tecnológicas aplican ya soluciones para convertir sus centros de datos en lugares sostenibles. Es el caso de Microsoft, que ha trasladado algunos de sus servidores al fondo del mar para aprovechar el frío de las profundidades marinas. Por su parte, Facebook está instalando sus data-center en el Círculo Polar Ártico para reducir el calor sofocante que generan sus súper ordenadores. Pero la solución más marciana consiste en guardar la información ¡en el espacio exterior! Con este novedoso sistema, podría desaparecer el problema de la refrigeración, —puesto que la temperatura en la órbita terrestre es muy baja— y también el de la protección de los datos —ya que el acceso a la información resultaría inalcanzable hasta para los cibercriminales.
Tomad nota: si queréis contribuir a salvar el planeta de la contaminación, debéis comenzar por limpiar las bandejas de entrada y de salida de vuestros correos electrónicos.