Justicia es una mujer. Su atracción es tal que cualquier hombre cae rendido a sus encantos. Sólo ella es capaz de mirar con los ojos de la imparcialidad. Guiada siempre por el sentido de la equidad sostiene en una mano una balanza que calibra todos nuestros actos humanos, valoraciones y principios. En la otra mano sostiene una espada con la que castiga al que se atreve a desnivelarla.

Justicia es de fuerte personalidad, sociable y observadora. Gracias a la venda de sus ojos no le afectan ni el chantaje ni la corrupción. Le gusta conversar y enterarse de lo que pasa en el mundo. Deseosa de profundizar en todo tipo de experiencias, posee un don para entablar relaciones de amistad, aunque en ocasiones provoca numerosas confrontaciones sociales. Tiene como meta ser respetada; si se siente amenazada puede llegar a ser extremadamente severa y rigurosa en sus análisis y estricta en sus  valoraciones. Su naturaleza se basa en el principio aristotélico de “dar a cada uno lo suyo”.

Justicia está perdidamente enamorada de Derecho: fuerte, poderoso y buen orador. Como buen amante de Justicia siente profunda admiración por ella y es el centro de todos sus pensamientos. Ella le aconseja y le guía por el camino recto, pero no siempre consigue impedir que emita dictámenes injustos. Por eso, la convivencia entre ellos es a veces difícil pues Derecho no siempre sabe cómo tratar a Justicia y suele herir profundamente su sensibilidad. Sin embargo hacen lo posible por llevarse bien, pues los dos comprenden que sólo en armonía conseguirán afianzar el camino hacia la tolerancia, la igualdad y la libertad.